jueves, 10 de mayo de 2012

Tercer capítulo. “Funerales” Primera parte


Mi habitación estaba desbordada de oscuridad y aire cargado, sentía cada respiración pasar por mi garganta reseca… Me levanté poniendo las piernas sobre el suelo que parecía ser el de una pista de patinaje sobre hielo, a duras penas conseguí caminar hacia el baño, la cabeza me daba tumbos como si estuviera metida en un balde de metal y alguien desde el exterior estuviese dándole golpes con un mazo del tamaño de mi país, me lavé la cara y me asusté al notármela áspera  y seca, como una pared cubierta de gravilla, entonces la levanté  para mirarme en el espejo y el horror me invadió por dentro, si el tacto era desagradable, la visión era nauseabunda, tenía costras por todas partes,  de repente la cabeza me vuelve a la tierra y recuerdo lo que me había pasado, observo mi cuerpo, estaba inundado de rozaduras y líneas unidas sutilmente con puntos,  líneas que antes eran heridas profundas, en muchas de ellas se podía ver el arma que se había usado para hacerme todos los estropicios corporales, dientes caninos largos y afilados, los incisivos de las bestias se habían quedado marcados en mi piel blanca, probablemente para toda la vida.
Una vez hube asimilado el hecho de tener ese aspecto tan horripilante, fui a la cocina a mirar la hora, tres de mediodía,  lo supe al ver la luz intensa que entraba por el ventanal,  lo que no tenía manera de saber era el día que era, no, hasta que no encendiera el móvil o el ordenador, tampoco tenía forma alguna de saber cuánto tiempo había pasado durmiendo, ni como había llegado hasta  casa, lo último que recuerdo fue que Daniel me llevo al hospital… Encima no hay nadie a la vista a quien preguntar.  Busque por el interior y el exterior de la casa, pero estaba completamente solo. Entré en mi habitación y comencé a buscar mi móvil, que no aparecía por ningún lado, fui al salón y continué la búsqueda en él,  busque por un buen rato hasta que me di por vencido, me fui a sentar en el sillón y me fijo que delante de mí, encima una mesita hay un periódico, se me van los ojos a la portada, y lo que en ella leo me eriza el bello de todo mi cuerpo.

“Una manada de perros asesinos acaban con la vida de dos personas en Gran Canaria.”

Se me escapa un grito, cuando leo el titular e inmediatamente sostengo entre las manos el periódico. 

     “El sábado por la noche en la localidad de Firgas, Gran Canaria, una manada de alguna clase de caninos, acaban con la vida de dos jóvenes y hieren a otro.  
Las víctimas mortales son dos jóvenes de dieciséis años,  Alba Nóbrega  y Nayomi Marrero,  a una de las chicas le faltaba la mitad  de la carne de su barriga al haber sido devorada y la otra chica se desangró por recibir una mordida muy grave en la garganta…”

Tuve que dejar de leer por la conmoción, las lágrimas caían a torrentes sobre las delicadas páginas del periódico. Yo las conocía a las dos. ¡ERAN MIS AMIGAS!

martes, 15 de noviembre de 2011

Segundo capitulo, "Daniel" 2/2

La lluvia no paraba de caer sobre el coche, y el limpiaparabrisas no dejaba de apartarla, segundo tras segundo, no sabía por qué no podía concentrarme en nada, estaba en una especie de transe, conmocionado por lo que me había ocurrido y abrumado por la nada esperada salvación que había supuesto este chico para mí, le debía la vida…

-Gracias Daniel- me notaba la voz torpe- no sé cómo agradecerte que…

-Eso ya lo has dicho- él miraba hacia la carretera, parecía estar tan abrumado como yo- Y ya te dije que no he hecho nada, vamos al centro de salud a que te vean… Tienes una pinta horrible, y, me gustaría que me explicaras cómo ha pasado todo.

Mientras hablábamos, sentía grandes pinchazos en varias partes de mi cuerpo, pero donde más en la mano izquierda y en las piernas. Llegamos al centro de salud del pueblo y paró justo en frente.

-Esos perros no eran normales…- se quedó mirándome la herida de la mano, yo esperé que siguiera hablando pero no lo hizo, se bajó del coche y fue entonces cuando habló- ¿A qué esperas? Bájate.

Me baje y caminé hacia donde estaba.

-Muchas gracias por traerme hasta aquí, y por salvarme la vida también- por fin había recuperado mi voz, estiré la mano derecha para estrechar la suya.

-No pensarás que me voy a marchar- me decía mientras estrechábamos las manos- No te voy a dejar aquí, tirado. Rápido tenemos que entrar a que te vean eso ya- estaba como alterado, pero sonriendo, no paraba de hacer gestos cuando hablaba.

Me cogió de un hombro y casi me empujaba hasta la puerta del centro, había que tocar el timbre, ya que a esas horas de la noche solo había un médico de guardia en ese pequeño y pobre hospital. Nada más tocar el timbre por las escaleras unos delgados pies bajaron rápidamente, era la dulce doctora Arline, su cara fina se asombró al tocar con sus ojos mi cara, y corriendo abrió la puerta.

-¿¡Pero qué te ha pasado chico!?- su voz sonaba tan joven como se veía su cuerpo.

-Largo de contar, pero algo relacionado con perros enormes- dijo Daniel haciendo énfasis en la última palabra.

-¡Qué horror!- exclamó ella mientras me agarraba por el codo izquierdo arrastrándome hasta una salita a la izquierda nada más entrar.- Vamos a ver qué podemos hacer…

De repente todo empezó a dar vueltas, me daba la sensación de que ellos iban demasiado rápido y yo demasiado lento.

-Da… agárralo… va… desplomar…- oía decir entre cortadamente a Arline, en ese momento dejé de ver, y mis pensamientos cesaron.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Segundo capítulo, "Daniel" 1/2

Estaba harto de estar allí, la gente, el ambiente, la música, todo aquello me repetía en la cabeza y me hacía sentir como un caldo espeso. En esos momentos daba las gracias de tener ya la mayoría de edad y mi viejo land rover esperando en la entrada, era tan fácil como meterme las manos en el bolsillo, hasta sentir el frío tacto de las llaves del coche, justo debajo de la cartera raída. Arranqué las llaves del útil agujero artificial de los pantalones y las sostuve en las manos, delante de mi cara, me largaría de aquí y daría fin a varias cosas, la primera, la falsa relación que tengo con Ánn, también el malestar de estar con sus estúpidos y unineuronales amigos, venga, ya tenía tomada la decisión, ahora solamente tenía que actuar. Di media vuelta y metí un pie entre la gente y estiré la mano izquierda para empezar a abrirme paso entre la muchedumbre del chalé.

-¡OYE! ¡DANIEL!- Sentí a Ánn tres cabezas más allá, avanzó gritando ruidosamente hasta agarrarme el brazo -¿A dónde vas, lo estamos pasando genial?

-No, Ánn, tú lo pasas genial, como siempre, yo no pinto nada aquí- intenté no tocar sus ojos con mi mirada- yo simplemente me voy, a pasármelo genial con mis amigos.

-Cómo que no pintas nada aquí, me tienes a mí y no te hace falta nada más, yo soy lo que te completa- cada silaba la decía sonriendo sínicamente…

-Al parecer tú completas a muchos últimamente, si no es a mí, es la boca de Brian, y si no algún otro te está completando alguna parte tuya…

-¡¿QUÉEE?!- Su rostro pasó de ser el de la dulce sirenita Ariel a el de una hambrienta y salvaje sirena griega, las venas del cuello parecían carreteras, por unos instantes pensé en correr, cavar un túnel y encerrarme de por vida- ¡SI TE CREES, QUE ALGUIEN COMO TÚ…

-Hey preciosa, deja el enfado y vente a bailar conmigo otra vez.-un tío habló, no me quise fijar ni en su cara, estaba preocupada con la bestia que todavía apretaba mi brazo con sus manos.

Ánn respiró varias veces, y fue soltando mi extremidad.

-Bueno, vete de aquí, ya volverás arrastrándote, nunca conseguirás a nadie como yo.

-No lo deseo nena.

Ahora sí engullí mi cuerpo entre manada de personas sudorosas y desaparecí de allí.




Todo había resultado ser un desastre, había echado el año por la borda, había suspendido la universidad, y ahora acababa de acabar una relación que nunca debería haber empezado… me sentía fatal, no quería pensar, así que puse la radio del coche al máximo y me concentré en la carretera.

Me faltaba poco para llegar a mi destino cuando mis faros alumbraron el contorno de un cuerpo de persona que estaba de pie, inmóvil, rodeado de unas tres… no, cuatro inquietas sombras que se movían a cuatro patas amenazadoramente, no me di cuenta de la situación hasta que me acerque lo suficiente como para verle la cara al chico, que yo conocía, miró hacia mi coche con expresión horrorizada, por un momento me quede dudando, ¿qué estaba pasando?, mis ojos se movieron rápidamente hasta la ropa del chico, llena de manchas rojas, ¡sangre!

Toqué la pita del coche para ahuyentar a los enormes chuchos y me bajé corriendo, dejando el 4x4 en marcha, los perros seguían ahí, pero me impulse hacia ellos para darles golpes, tantos como fueran necesarios, le di la mano a la victima desorientada, y una vez los perros se habían apartado rodee con mis brazos los hombros del chico, y agradecí tenerlos fuertes, ya que casi lo levanté del suelo y lo lleve hasta el coche, lo metí dentro por la puerta que deje abierta y lo ayude a sentarse en el asiento del copiloto, cuando estuvo sentado, me subí del todo al vehículo y cerré la puerta dando un golpe. Arranqué y apagué la radio, la inocente cara del chico estaba manchada de sangre, yo le observaba preocupado sin decir palabra mientras conducía hasta el centro de salud, no quería sobresaltarle.

-¿Da…niel?- me dijo con voz seca- …gracias.

No sé por qué me dieron tantas ganas de abrazar al chico más joven que yo, lo sentí débil y quise hacer todo lo que estuviera a mi alcance por él.

-Todavía no he hecho nada, mírate dios mío estás hecho un Cristo- cuando dije esto, él sonrió, no entendí como era capaz, después de lo que le acababa de pasar.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Primer capítulo, "lobos".

A todos nos gustan las vacaciones de verano, mucha playa, sol, diversión, amigos y sobre todo dormir a pierna suelta siempre que nos apetece. Nos acababan de entregar las notas, después de cuatro años por fin nos habíamos graduado en eso, esa tarde quedamos en la plaza, nuestro lugar, donde pasábamos casi todo nuestro tiempo libre, siempre juntos.
Me di una ducha en mi casa, me cepillé los dientes, me vestí y salí por la puerta con mi típica y simple frase de despedida a mis padres.
-Adiós, me voy al pueblo con los chiquillos, vuelvo tarde.- Daba un portazo y caminaba hacia la carretera, siempre lo mismo.
De mi casa al centro del pueblo, había una distancia de más o menos diez o quince minutos caminando a paso ligero, el recorrido siempre se me hacia leve cuando iba canturreando mis canciones favoritas, ese día en menos de tres canciones llegué, subí las escaleras que se sitúan alrededor de una fuente en forma de cascada y desde el último escalón ya podía ver allí a mis amigos, sentados en un banco de la plaza, me acerqué y fui saludándoles de uno en uno efusivamente, el primero era Mario, un chico rubio y esbelto que tenía el don de sacarme de quicio a menudo, pero aun así es un encanto, luego saludé a Ángela que esa noche como todas estaba preciosa, Luis se levantó a saludarme sonriendo, un chico delgado y moreno, es de esas personas de las que da gusto tener a tu lado, siempre tan agradable, y por último Gabriel, también muy agradable, inteligente y algo reservado, una vez hube terminado sonreí y dije entusiasmado.
-¡Por fin somos libres de la monotonía y de los agobios!- alcé las manos y hice una mueca de victoria con la cara, todos reímos.
-Si, al menos durante tres meses- dijo Luis.
-Bueno tres meses que vamos a disfrutar al máximo…- siguió Gabriel.
-Eso es, eso es, éste tiene que ser el mejor verano de nuestras vidas- Concluía yo –además, no sabemos cuánto tiempo más podremos pasar juntos, el año que viene habrán cambios en nuestras vidas, nos empezaremos a dispersar.
-Eso es normal, no podremos pasar tanto tiempo juntos, pero nuestras relaciones podrán seguir siendo como son, solamente tenemos que hacer un esfuerzo cada uno para que todo continué.- le salió la vena cariñosa a Ángela, me encanta como le brillan sus ojos verdes cuando habla, entre eso y el gesto suave de su cara, siempre me entran ganas de abrazarla.
En ese momento otro de mis amigos apareció por las escaleras, Dai, un chico gordito, moreno e incapaz de hacerle daño a una mosca, bueno a los insectos si, incapaz de hacerle daño nadie mejor dicho; él fue mi primer amigo, le conozco desde que tengo uso de razón.
-Hola chicos- saludó y se sentó a nuestro lado, cansado.
-Hola- le dijimos todos casi al unisonó y Ángela le añadió- se hace dura la cuesta hasta aquí ¿no?- Dai le asintió.
-¿Mañana que hacemos?- pregunté- tenemos que hacer algo divertido, el sábado os vais al viaje de fin de curso y no os veré en diez días.
-Es cierto, que rápido se me ha pasado, por fin nos vamos al viaje- dijo Luis- Solo faltareis ustedes dos- se refería a mí y Ángela que éramos los que nos quedaríamos en tierra.
-Yo había pensado en ir a la montaña y pasar la tarde como solíamos hacer siempre- propuso Gabriel.
A todos nos gustó la idea.
Cuando estaba con mis amigos las horas pasaban como minutos, nos pasábamos el tiempo hablando de cosas que muchas veces eran estupideces y otras muchas temas delicados o complejos, pero siempre acabábamos hablando de lo mismo, de las cosas que nos producían terror y de las historias que habíamos oído por allí, de fantasmas, de lugares encantados, de hechos inexplicables, etc. Una vez mientras cenábamos, Dai nos contó una historia de miedo que ya ni recuerdo, pero a Gabriel se le escaparon unas vergonzosas lágrimas del miedo que le daba dicha historia. Lo que menos me gusta de los relatos es despedirme de mis amigos e ir caminando solo hasta mi casa, si, es cierto que el camino no es ni tan tenebroso, ni tan oscuro, pero cuando voy solo, sin ningún alma a mí alrededor y a las tantas de la mañana, me paso todo el trayecto con la piel de gallina y con los ojos avizores.

Aquella noche de principios de verano las farolas de los bordes de la carretera se apagaban y se encendían y los aullidos de los perros se oían más alto de lo normal, yo caminaba a un paso acelerado intentando mantener mi mente en blanco para no pasarlo tan mal, en realidad sabía que no me pasaría nada, había recorrido el mismo camino toda mi vida innumerables veces y esa vez no tenía por qué ser diferente o eso pensaba yo. Por un momento me dio la sensación de que algo había cruzado la carretera detrás de mí y se había ocultado entre los matorrales, el corazón se me subió a la garganta, empecé a trotar cuando me percaté de que aquella sensación no había sido cosa mía ya que los marañas de arbustos seguían sacudiéndose exageradamente, “es el viento, es el viento…” me mentía en mi fuero interno. Un soto cercano a mí se movió y yo giré rápidamente la cabeza para observarlo, me despisté del movimiento de mis pies y caí al suelo, me arrastré medio sentado hacia atrás y apoyé la espalda en la valla de metal al borde de la carretera, sentía un fuerte pinchazo en la rodilla así que me la toqué y los dedos se me llenaron de sangre, me iba a incorporar cuando de la maleza salió lo que en ella estaba oculto, rugiendo, un perro del tamaño de un lobo se me acercaba, las manos me empezaron a temblar, intentaba controlarlas pero cuando hacía fuerzas con ellas contra el suelo para intentar levantarme, me dolían, al cabo de dos intentos conseguí ponerme de píe, el perro seguía con la misma posición, amenazándome, su pelaje era grisáceo con algunas partes pelirrojas, tenía la boca desbordada de unos peligrosos y puntiagudos dientes, sentía cómo huía la sangre de mi cara dejándomela pálida cuando inoportunamente alguien me llamó a mi teléfono móvil haciendo sonar la melodía de llamada, el “lobo” saltó hacia mí haciéndome tirar el celular que tenía en las manos al suelo , el perro empezó a atacarme abriendo y cerrando la mandíbula, me alcanzó en la mano izquierda y la sangre empezó a descender de ella a borbotones. No sé si fue la rabia, el miedo o el dolor lo que me hizo sacar valor, pero concentré toda la fuerza que pude en mi pierna derecha y con todas mis fuerzas golpeé a aquella “bestia” en la barriga, que del golpe salió disparada hacia el matorral por el que había salido, estuvo aturdido el tiempo suficiente como para echarme a correr, de nuevo lo escuché acercarse hacia mí y todavía me quedaban quinientos metros para llegar a mi casa, la fiera me alcanzaba ladrando y al ver que no me quedaba otra me di la vuelta para hacerle frente, los ojos se me iban a salir de las orbitas cuando me percaté de que ésta vez tenía compañía, conté cuatro perros, y el más pequeño era mi viejo amigo, “tierra trágame”, las dos parejas de caninos estaban jugando al corito conmigo en el centro, serían imaginaciones mías pero en sus hocicos veía sonrisas, se les estaría haciendo la boca agua. En plena civilización iba a ser devorado por una jauría de perros con complejo de lobos, (¡ES DE LOCOS!).

martes, 23 de agosto de 2011

Prologo.

Ninguno de nosotros entendíamos cómo habíamos llegado hasta allí, todos nos sentíamos cabeza abajo, con el corazón haciéndonos presión en el cráneo, estábamos demasiado asustados como para pensar con claridad, el frío de la noche me estaba calando los huesos, levanté la cara para mirar a mis compañeros, Gabriel estaba con los ojos abiertos como platos mirando entre los arboles de pie al borde del mirador, subió los pies a una barra de la valla que le separaba de la caída.
-Oye, ten cuidado Gabri podrías resbalar, hay al menos veinte metros de caída y no me gustaría ver…
-¡Déjalo, él sabrá lo que hace, bastante problemas tenemos ya!- Ángela me interrumpió sobresaltada.
-Ya sé que tenemos problemas, ya lo sé, llevamos un mes con problemas, hemos vivido experiencias horribles, fui yo el que observó como a uno de nuestros amigos le daba un ataque de locura y se lanzaba delante de un coche, ¿lo recuerdas?- estallé en sollozos mientras las lagrimas caían en manada.
Todos se pusieron tensos mirando hacia mi dirección, el círculo en el que estábamos sentados yacía alumbrado únicamente por la luz de la luna que en ese momento quedo escondida detrás de un mar de nubes, y por unos minutos nos quedamos en la completa oscuridad. Miré para Gabriel que seguía apoyado en la barandilla, pero no le podía ver, la oscuridad era demasiado densa, me puse de píe y caminé hacia él.
-Ari, no te acerques más…- escuché hablar a Gabriel a unos metros de mí- hay algo moviéndose entre los árboles.
En ese momento todos los que estaban detrás de mí se levantaron como si les fuera la vida en ello, mis piernas se desencartonaron comunicándome que estaban listas para echar a correr y solo necesitarían un motivo, no me cabía ninguna duda de que el motivo iba a aparecer, se sentía en el ambiente, lo que más nervioso me ponía era no saber de qué manera iba a surgir ni en qué dirección. En ese momento Gabriel gritó y todos menos yo salieron corriendo, la luna apareció nuevamente mostrándome la cara de Gabriel a diez centímetros de la mía, sonriendo.
-¿Estás bien?

lunes, 22 de agosto de 2011

28 de agosto.

"Nunca llegas a conocer a nadie de verdad..." Todo puede cambiar inesperadamente, después de una vida de tranquilidad y de diversión, un grupo de amigos ven que todo lo que les rodea empieza a convertirse en inseguridades y suspense.

El primer capitulo, se subirá el día 28 de agosto. Espero que os guste.